viernes, 26 de noviembre de 2010

''Uso de la ingeniería genética para problemas medioambientales''

En la actualidad hay un muy profundo e interesante debate acerca de las ventajas y desventajas de los biocombustibles. Algunos sostienen la postura de que pueden ser la vía de escape a la dependencia del cada vez mas escaso y caro petróleo, y otros ven en ellos una amenaza directa a la producción de alimentos.

Esto se debe, en buena medida, a que la mayoría de los biocombustibles se elaboran a partir de vegetales que pueden ser consumidos por los humanos o sus animales de granja, como son la soja o el maíz. En realidad, no tiene demasiado sentido utilizar alimentos para impulsar un coche cuando en alguna parte del mundo hay personas que se mueren de hambre.
Sin embargo, los biocombustibles pueden fabricarse a partir de otros vegetales (tradicionalmente) no comestibles, como las algas. Y si el proyecto que tiene en mente Eddy Rubin, director del Departamento de Energia del Joint Genome Institute (DOE JGI), en California, prospera, también será posible cultivar árboles que prácticamente se conviertan solos en combustible. La clave está, por supuesto, en la ingeniería genética.

Rubin está trabajando en una variedad de hongos que tienen la propiedad de descomponer la madera. Pero los estudios más prometedores provienen de otra dirección: también las termitas podrían ayudar a lograr este objetivo, ya que estos insectos, como es lógico, descomponen la madera luego de tragarla. Ya se ha secuenciado el ADN de los microbios que se encuentran en sus estómagos, y los científicos creen que estos diminutos seres pueden tener la llave que termine con nuestra dependencia del petróleo.
Efectivamente, esta variedad de insectos puede ayudar a solucionar el problema energético, proporcionándonos un sistema de combustibles renovables. Por supuesto, un biocombustible simplemente evita el problema que se deriva de la escasez de combustibles fósiles y de su alto costo, pero no el de la contaminación ambiental, ya que siguen desprendiendo humos nocivos para el planeta.

Dentro de las termitas ocurre un complicado proceso, del que los microbios son los principales protagonistas. Según Rubin, estos bichitos “son auténticos biorreactores móviles en miniatura". Como ocurre en muchos animales, el estómago de las termitas no es capaz de digerir la celulosa de la madera por sí solo, pero logran degradarla gracias a unas enzimas que provienen de estos microbios.
El paso siguiente consiste en averiguar exactamente cómo se lleva a cabo el proceso completo, para luego sintetizar estas enzimas y eventualmente modificarlas para introducir mejoras que aceleren el proceso de producción de biodiesel.

"Sabemos que lograr adaptar estos resultados científicos a un sistema industrial para que pueda ser útil es un objetivo que aún está muy lejos", reconoce el propio Rubin. Pero sin duda, llegará el día en que dispongamos de especies de árboles concebidos en laboratorio para hacer más fácil su transformación en biocombustibles.
Mario Mejia Gutiérrez.

1 comentario:

  1. Como ya decíamos antes, la ingeniería genética puede ser buena o mala dependiendo de como se use. Sin embargo, en este caso se utiliza de una manera bastante buena. El hecho de crear estos combustibles que obtendríamos de manera totalmente natural y que no supondrían una gran contaminación parece casi un sueño.
    Este es el paso que debe dar la humanidad dado que el ritmo de vida que estamos llevando está acabando por completo con nuestro planeta.
    Sin embargo, la verdad es que es bastante hipócrita por nuestra parte tener coches que funcionan con "alimentos" cuando en el otro extremo del mundo hay gente que muere a diario de hambre.

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